Creí en el mundo,
soñé la vida desencajada
del marco epectante.
Di patadas al polvo
y sólo removí mierda,
y con el odio vino,
de resaca,
la histeria.
Y con la envidia cayeron puñales
que cortan y desgarran,
porque pueden,
mil gargantas resecas.
Me contaron el secreto
de comer malas miradas
que se siembran en las aceras.
Esquivo...
Sangrante...
Inútil...
Cobarde...
Bala que estorba...
Expectante...
pero por mucho que rayaba
y apedreaba cristales,
las cenizas,
los rosales,
no duele menos el tiempo
sin tu luna latiendo,
tu corazón de Marte.
jueves, 21 de octubre de 2010
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