jueves, 18 de febrero de 2010

Delirio

Hoy un charco regará mis flores
y una hoguera quemará mis miedos.
Lucha eterna, y siempre podrido
el camino de la destreza.
Huye, y muere, el fugitivo.
Silencios cortantes, cuchillas marcadas
a hierro por un alma candente.
Ahogado en los vasos más pequeños
de la tristeza,
hoy no tuve razones para nadar.
Dormí sentado, es un tramo
demasiado largo.
Prisa por salir de la botella
en la que entré a escondidas,
amparándome en sombras
que hoy me siguen.
No encuentro mi estrella,
y las noches, al perder la partida,
se volvieron más largas.
Encontré un buen escondite
donde gritarle al alba,
donde vaciar mis lágrimas
e inundar, así, los jardines más prohibidos.

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